PASIONES DE ESTA VIDA

Nunca pensó que aquella iba a ser su última semana en  la casa. Durante dos años había vivido en una preciosa edificación mediterránea al borde de un mar azul y rodeada de campo. Su construcción tardo tres años y aun recuerda la lucha para conseguir esa antigua cocina donde se prepara el pan del día.

Ya no habrá más puestas de sol en el porche, ni escuchara la brisa del mar desde la hamaca, no verá nunca más las cortinas del salón moverse con el primer viento de la mañana.

Hoy empaquetara la ropa de cama y mantelerías y embalara la cristalería y la vajilla recuerdo de su abuela. Por la tarde se acercara al pueblo para despedirse del  viejo pescador que le regalo el pequeño velero que esta la habitación de los niños y que  viaja con ellos a la nueva casa. Solo se llevara un mueble, el primero que compro, una a vitrina para el comedor y que ahora ira en el cuarto de baño.

Su padre ya está en Londres, se está ocupando de las escaleras y los suelos de madera. Su marido le ha telefoneado; el alicatado de la cocina está quedando perfecto, es lo único que le va a recordar a su antigua casa, le ha dado ese toque rustico, con losetas de colores mediterráneos y dibujos arabescos. Una greca de gallos le acercara el campo a la ciudad.

La edificación tiene 3 pisos y dos estancias por planta, de marcado estilo ingles, fachada roja y tejado negro con ventanas abuhardilladas.

Tiene que darse un baño y disfrutar de la ventana, su nuevo cuarto de baño no la tiene pero es más grande y el papel que ha elegido lo compensa.

No se marcha con tristeza, la casa queda en la familia y ella emprende una nueva etapa. La construcción de la nueva  le llevara un tiempo, pero supone un nuevo reto y uno debe de ir donde el corazón le lleve.