Cuando nos reunimos todos junto a la mesa, veo como crece y me siento agradecida de poder tenerlos a mi lado, noto cada vez más cerca el relevo y se que seré la siguiente en mantener vivo el espíritu de la Navidad.
Cuando finalizan las abundantes y copiosas cenas y comidas y ya los niños han disfrutados de los petardos y cohetes, los Reyes Magos comienzan a trabajar, pero yo llevo meses haciéndolo quiero querer, quiero agradecer y quiero hacer feliz a cada uno de mis destinatarios.
Son muchos días, muchos motivos y muchas palabras que no he expresado, por eso mis manos trabajan sin cesar para elaborar como si de duendes se tratara el regalo más especial.
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