18 de febrero de 2009

UN MONSTRUO LLAMADO DENTISTA

Hoy P. ha tenido su primera visita al dentista. Nada más entrar en la consulta, la cara se le ha quedado rígida y no pestañeaba: ESTABA A PUNTO DE LLORAR. Su padre, (porque yo no los acompaño) ha intentado tranquilizarle, pero no puede contener las ganas de llorar.

Se parece mucho a su madre, le aterran las batas blancas y tiene pánico a todo aquello que sea desconocido para el. Sabe que la dentista es amiga mía y a la vez mi dentista, su hijo pequeño ha ido en infantil a su mismo colegio y nos solemos ver algún que otro sábado tomando un café en un bar de nuestra calle, vamos que a pesar de conocerla, tiene fobia a las batas blancas.

Se ha sentado en la silla, me imagino, igual de rígido que su madre, con los puños cerrados y casi haciéndose daño del miedo. I. le ha explicado que solo le iba a mirar y ha jugado un rato con el y los espejitos. La gran sorpresa ha venido cuando después de decir que los dientes le están creciendo bien, tiene 3 caries. PLOF, PLOF, PLOF, nuestro gozo en un pozo… hay que empastar y eso son palabras mayores.

De vuelta a casa y después de oír el veredicto me he quedado pensativa. He recordado la angustia, el pánico y el miedo que yo tuve la primera vez y que sigo teniendo.
He reflexionado en como reaccionara cuando le pinchen, le pongan el plástico verde y el aparato para separar la muela a empastar. Luego viene tener la boca abierta y esa sensación de que te vas a tragar la lengua. El pánico total llega cuando cogen el “taladro”, porque suena como un taladro… No se si P. lo va a aguantar. Mi primera vez el corazón se salía del pecho y no podía ni respirar. Yo tenía 17 años y el solo tiene 7.

Casi estoy mas angustiada que P., el ya no se acuerda de su visita al dentista. Le doy vueltas a la cabeza y recapacito como puedo darle seguridad. Quiero que a pesar del miedo confié en mí, que sepa que yo también tuve una primera vez, que no duele, que no tiene que tener miedo, que a pesar de ver aparatos desconocidos que le van a parecer terribles, no pasa nada.
J. dice que no le de explicaciones pero yo creo que debo tranquilizarle, pienso en mi y me hubiera venido muy bien. Siempre vas pensando que te han engañado y que tú no vas a poder soportar el dolor.

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