17 de marzo de 2009

RECUERDOS

Cuando se esta cada día mas cerca de los cuarenta y cinco, una descubre que su vida esta llena de recuerdos.
Baúles y baúles repletos de las cosas mágicas de mi infancia, los momentos más dolorosos e inolvidables de mi adolescencia, recuerdos muy gratos y alguno un poco ingrato. Si algo tiene de bueno esta vida es que lo malo se olvida…

Una parte de mi niñez: aquéllos patines de cuatro ruedas, la peluquería y el scalextric, regalos que Los Reyes Magos dejaron en el salón de la casa de mis padres.
En aquellos tiempos era muy inocente y una noche les vi comiendo los dulces y bebiendo el vino dulce que cada año situábamos cuidadosamente junto a nuestros zapatos.
Me despertaba muy pronto y esperaba muy quieta a que mi madre viniera a buscarnos para colocarme delante de la puerta cerrada e intentar ver algo a través de la opacidad de los cristales. Cuando la puerta se abría: "LA FELICIDAD".

Un pijama rojo y el libro de Mary Poppins que siempre colocaba debajo de la almohada, abierto por las páginas del parque, era mi manera de no soñar cosas malas.
A veces dormía con una pierna doblada, quería creer que si alguien venia y veía que me faltaba una pierna jamás me secuestraría.

Soncillo, el pueblo donde pasábamos nuestros veranos ( los pueblos eran muy buenos para los bronquios); aquel chico muchísimo más mayor, del que me enamore con seis años(aunque ni sabia mi nombre, ni me había hablado nunca), un monito; una coz por tirar del rabo a quien no debía; el día que el ratoncito Pérez vino a casa porque se me había caído un diente; las sesiones de teatro que organizábamos en la fonda del pueblo; el hijo de la pescadera y los viernes cuando salíamos a buscar por el camino a mi padre que venia de trabajar para pasar el fin de semana con la familia.

La adolescencia, la etapa de las mayores chorradas: 20 horquillas en el pelo, una regadera en la cabeza y a pasear por la calle, rebelarme hasta la saciedad y renegar de todo y todos.

Mi juventud: un millar de experiencias; fin de semana esquiando en Astún, los sábados en la Citroen, las clases de latín y las tropecientas mil veces que escuche Camilo Sexto, Julio Iglesias y Mocedades.
El parque de Usategui y aquel noviete que me regalo una pulsera que yo ya tenia.

La universidad y las más de cien tardes tumbadas en la hierba cuando llegaba la primavera; mi profesor de ingles y las fiestas de informática.

Mis viajes por el mundo:
Indonesia, fascinada con su gente y sus arrozales, aquí me enamore de Asia.
Perú, casi me ahogo con la altura, Cuzco, el tren a Machu- Pichu y la llegada al poblado minero.
México, borrachera con los tequilas y mariachis.
Venezuela, por primera vez vi comer un chupa chus a una iguana.
India, un lugar para soñar lleno de pobreza.

El nacimiento de mi primera sobrina, sus manos y sus pies haciendo movimientos circulares a la vez, pero en sentido contrario.
Miles y miles de recuerdos, sobre todo muy buenos recuerdos. Ojala pasen otros taitantos años más y pueda volver a recordar. Esta vez con mi madurez, mi marido, más sobrinos y mi hijo.

1 comentario:

Malu Lara dijo...

Hola!! es la primera vez que cisito tu blog y tarde he llegado para lo del sal, sabes yo de hecho estoy haciendo unos conejos para pascuas pero te platico que la verdad es que los hago como me imagino que son y la verdad es que la ropa es diferente y el sombrerito ni soñar que puedo hacerlo, ahprita, exactamente voy con mi par hasta donde tu los tienes (bueno me falta unir las piezas ya rellenas prazos y patas pero me puedes incluir aunque sea algo tarde, o al menos puedo pasar por tu blog para ver como lo haces si???