19 de febrero de 2009

NADA ES LO QUE PARECE SER

Cuando era una niña, tenía muchos amigos. Unos eran buenos, otros malos. Unos me querían mucho, otros nada. Algunos jugaban conmigo, otro no. Tenia amigos del colegio, de mi clase, de otras clases, de mi barrio, de mis primos, de los primos de mis amigos…En los cumpleaños siempre había 20 o 30 niños. Todos éramos muy buenos amigos, todos menos mi hermana. Ella es 2 años mayor que yo y era una gran rival.


En mi adolescencia las cosas comenzaron a cambiar, algunos ya no eran mis amigos, a otros los odiaba y la gran mayoría carecían de interés para mi. Algunos no me hacían caso y otros, no se porque, pero había algo en ellos que no me acababa e convencer.
Mi hermana seguía siendo una gran rival y además era “” idiota “”, era mucho más formal y responsable que yo y siempre se llevaba los trofeos. Yo era un autentico desastre.

A medida que ha pasado el tiempo y me he ido haciendo mayor, curiosamente mi grupo de amigos se ha ido reduciendo, se ha reducido tanto que hoy en día a mis cuarenta y tantos podría afirmar que amigos, amigos, me sobran dedos de la mano para contarlos, pero entre ellos se encuentra en un lugar destacado mi hermana.

Con el paso de los años, con los pequeños y grandes golpes de la vida y con las situaciones extremas, me he dado cuenta que NADA ES LO QUE PARECE SER y que aquella intuición que me hacia alejarme de ciertas personas, la considero hoy en día un privilegio.

Hay veces que conozco a gente y no me gusta, no se el porque, pero hay algo que me produce inquietud y no me siento a gusto. A fuerza de analizar y observar situaciones he comprobado que siempre me debo fiar de mi primera intuición, un gesto, una palabra, un comportamiento o simplemente la falta de empatia con alguien me hacen desconfiar, y la verdad es que por ahora no me ha fallado nunca, a pesar de que todos los de mi alrededor me tachen de arisca, pero, poco a poco a quien mas me interesa se lo he ido demostrando.

Hace unas semanas una situación en mi entorno me llevo a dudar de mi privilegio.
Me di cuenta que una persona a la que conocía hace muchos años se había comportado de una manera poco usual, no me cuadraba, no entendía, pero reflexionando me di cuenta que siempre había sido algo extraña para mi, que inspiraba confianza pero a la vez resultaba una piedra, que le gustaba participar pero nunca dar… me di cuenta cual era su disfraz y me reafirme en la frase LAS COSAS NO SON LO QUE PARECEN.

1 comentario:

Maricruz dijo...

Me ha llamado mucho la atención tu post, la verdad es que casi nunca las cosas son lo que parecen y las mujeres tenemos una virtud, un regalo de Dios, la intuición, sólo que a veces no le hacemos caso y después...lo lamentamos.
Que bueno que a pesar de todo tu hermana este en tu "lugar" privilegiado, la familia es lo más importante.
Muy lindos tus trabajos, un abrazo desde Venezuela!